La gente pone demasiado énfasis en “quiero tener pareja” y en este planteamiento hay algo profundamente equivocado. Sería mucho más fructífero plantearse “quiero ser una pareja” para ver cómo se logra generar dentro de mí un espacio que hace que me ponga al lado de otra persona para un camino común. Muchas veces detrás de ese “quiero” hay un niño, y la pareja no es el lugar de la infancia sino donde nos despedimos de ella. Y para eso hay que haber integrado a los padres, poniéndose en paz con ellos, poniendo luz sobre los asuntos difíciles de la familia de origen… integrando toda la atmósfera que nos precedió. Porque así se gana espacio interior para ser pareja y uno puede tener un movimiento real de expansión hacia el otro.
-Joan Garriga