Por José Rodríguez
Cuando estaba en la universidad me sucedía algo con tanta frecuencia que terminé por simplemente acostumbrarme y dejarlo pasar. En mi carrera (Psicología Organizacional) la mayor parte de la matrícula son mujeres, así que era común que yo fuera el único hombre en mis clases. Siempre escuchaba a mis profesoras y compañeras decir cosas como “todas ustedes tienen que hacer tal cosa”, “nosotras necesitamos destacarnos en nuestro campo”, etc. Siempre me la pasaba corrigiendo: “todos, nosotros, chicos” para que se me incluyera en la interlocución, pero simplemente me cansé y las dejé usar los pronombres y adjetivos que ellas quisieran. Con el pasar del tiempo, ya después de graduado, he meditado mucho sobre eso. Si yo me daba el derecho de incomodarme y reclamar
¿Por qué otros seres humanos son censurados cuando lo hacen?
En nuestro idioma los pronombres él y ella, al igual que la mayoría de los adjetivos están sujetos al binomio masculino/femenino, hombre/mujer, pero ¿qué sucede con las personas intersexuales y de género no binario que no se identifican como “él” o “ella”? Estas personas existen, son seres humanos y llevar la inclusividad al lenguaje que hablamos es una obra de amor y aceptación, es reconocer su humanidad.
Hace un tiempo tuve una conversación con un grupo de amigos y conocidos en la que algunos de ellos decían que “eso es cosas de locos y que no se debía uno dejar coger de relajo de esa gente”, uno de ellos es un músico que le asignó nombre y sexo a su violín y otro hizo lo mismo con su carro, les dije que si eso era de locos, ellos ya estaban de internar. Si eran capaces de hacer eso con objetos ¿por qué no respetar seres humanos y usar los pronombres que elles preferían?
Desde los movimientos LGBTIQ+ y otras corrientes se ha propuesto el uso de la terminación “e” como un género gramatical neutro para referirse a las personas no binarias, por ejemplo: “todes, en lugar de “todos”. Esto no busca obligar a las personas a usarlo, ni juzga a quienes no la usan, se trata más de una reivindicación política. Si no quieres hablar así está bien, no tienes que hacerlo, pero respeta a quienes sí lo hacen y a quienes piden ser referides de esa manera.
Resulta muy irónico que quienes critican el lenguaje de género inclusivo por no ser aprobado por la RAE (Real Academia Española), quienes son el órgano regulador del idioma español, son las mismas personas que dicen palabras como “chopo”, “añoñar”, “mongolo”, “añugarse”, que tampoco se encuentran en su diccionario. Si buscamos el significado de “sexo débil” en su diccionario, la definición que da es “conjunto de las mujeres” (hasta que en el 2017, después de mucha polémica y protestas le agregaron un apartado que aclara: “con intención despectiva o discriminatoria”) , lo cual resulta inadecuado por ser una explicación machista y misógina, por lo tanto, la RAE se pue’ cuidá’.
Cuando un término es usado de manera muy habitual, termina por ser aceptado, como pasó con las palabras “selfie” y “meme” en el 2018. El idioma es un ente viviente y cambiante, se adapta según las necesidades y la cultura de cada región.
Todes, elle, nosotres son palabras válidas a pesar de que no se encuentran en el diccionario de la RAE. Se les ha asignado un uso y significado específicos, por lo tanto, existen. Se pronuncian, se escuchan, se leen, reivindican, incluyen y redimen.Todo se resume en respeto. Respeto por las personas, por la diversidad. “El ser humano no es del lenguaje, el lenguaje es del ser humano”, no es la RAE que decide el uso del idioma, son les hablantes.