Por Lewis Taveras
República Dominicana, media isla llena de gente buena, bellas playas y maravillosos detalles que pueden ser apreciados tanto por el que está como por el que llega, no obstante, es un país que aún presenta grandes desafíos en materia de Derechos Humanos -especialmente cuando de grupos en situación de vulnerabilidad se trata- convirtiéndose en un paraíso para muchos y un verdadero desierto para otros.
Al final del día los “argumentos” que sustentan la prohibición o negación a la despenalización de estos derechos son meramente de origen religioso
Previo a las pasadas elecciones nacionales fueron temas de discusión constante la despenalización del aborto en 3 causales y el matrimonio entre personas del mismo sexo, debates donde unos cuantos se manifestaban a favor y otros muchos en contra. Al final del día los “argumentos” que sustentan la prohibición o negación a la despenalización de estos derechos son meramente de origen religioso y, por ende, suelen estar desvinculados de las leyes, ciencia y ser totalmente contrarios a lo establecido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y, al estar basados creencias muy personales no constituyen otra cosa que una imposición de PREJUICIOS. Aunque, son muchos los derechos que bajo esas condiciones son negados, en esta ocasión solo haré click sobre el matrimonio igualitario.
A pesar de que no es lo correcto, en nuestro país el matrimonio igualitario no es visto como un derecho, sino como un “privilegio pa’ la pajarería” y, aunque no nos guste, esta es la realidad que de momento nos toca vivir. El matrimonio como unión legal trae consigo una serie de elementos que son los que, de manera legítima y social, dan garantías para el crecimiento y desarrollo de esta unión, de la que no solo se benefician los conyugue, también el Estado.
¿A qué derechos o beneficios accedes cuando te casas?
- Ventajas tributarias, como es el caso de heredar en caso de fallecimiento de la pareja, que igual es un proceso complejo para cualquiera, heterosexuales o no.
- Seguridad social, lo que garantiza que con una de las dos personas trabaje, la otra tiene derecho a los beneficios.
- También que el patrimonio obtenido durante la unión de los cónyuges, es de ambas partes y se válida de esa manera tanto en casos de divorcio, como en fallecimiento de una de las dos.
- Hay cosas tan propias de esto que pocas personas ven al momento de hablar del matrimonio y es, por ejemplo, el reclamo del cuerpo de la pareja, cuando esta fallece.
Estos son solo algunos de los derechos y/o beneficios que vienen junto al matrimonio (en este momento haces una pausa para investigar los demás) pero que, si vives en República Dominicana y eres homosexual, no podrás tener, a pesar de que pagues tus impuestos como los-as demás.
Ahora bien, no vendré a decirte que estás totalmente jodido-a (más o menos pero no), hay cosas que podemos hacer en el camino que, aunque nos tome algo de tiempo, puede crear ciertas garantías. Hay que recordar que muchas familias no estarán en acuerdo con quien decidamos unir nuestras vidas y eso no cambiaría en el momento de nuestra muerte, son muchos los casos de parejas que, al momento del fallecimiento de uno, la familia despoja al otro (aunque dicha familia desvinculara emocional y familiarmente a ese miembro perteneciente a la comunidad LGBTIQ+) de lo que en una unión de 10 años consiguió junto a esa persona que ya no está.
¿Y entonces qué hacemos?
1- El primer paso es llegar a acuerdos familiares. Si tu familia por lo menos te permite una brecha para acordar que, les guste o no, tu vida es tuya, tienes el juego ganado, de lo contrario llega a un acuerdo escrito donde tus familiares se desliguen a totalidad de tus acciones, esto podría garantizar en primera instancia que, si faltas, ellos no podrán tomar el control de lo que ya tenías y lograste sin ellos. Y la verdad es que, si te van a desterrar de su núcleo familiar, que lo hagan de forma completa, porque como dicen por ahí, las cosas se hacen bien o no se hacen.
2- Hablemos de algo que muchos utilizamos para cosas familiares o de negocios y son las CUENTAS EN CONJUNTO. Esto es algo que puede ser tan común que lo olvidamos, pero es de mucha utilidad. No tienes que tener parentesco directo con alguien para sacar una cuenta de banco de uso en conjunto. Esto puede garantizar que tú y tu pareja puedan ahorrar y que esos bienes sólo sean de los-as titulares de la cuenta.
3- Las pólizas de seguro. Me sorprendió cuando hace unos años saqué mi póliza de seguro de vida y mientras hablaba con la representante de mi entidad bancaria, me dijo que no necesariamente tenía que ser un miembro directo de mi familia, el o la beneficiaria al momento de mi fallecimiento. Me dijo textualmente: “Ahora colocaremos a tu madre, pero si en un futuro quieres cambiar por otra persona, no tendrás problema”. Esto vino cuando le pregunté si luego podía poner a quien en ese entonces era mi pareja, ella lo vio y sonrió, entonces ahí fue que me dio esa valiosa información.
4- Testamento. La muerte es algo natural y no sabemos cuándo pasará, así que, a la medida de lo posible, hay que tomar todas las precauciones y más si hablamos de proteger a quién amamos. Los testamentos te permiten asignar directamente a quien quieres que se quede con tu sudor derramado durante la vida, todos-as o casi todos-as contamos con un amigo-a que es abogado-a, hablen del tema y redacten ese documento que podrá ser de ayuda en lo que el hacha va y viene. Destacando que este proceso es más complejo que los anteriormente mencionados, incluso para parejas y familias heterosexuales, pero sigue siendo una opción totalmente viable.
Cuando alguien dijo la frase “el amor duele” creo que tenía una vena homosexual, porque ¡Caray! cuando socialmente eres ciudadano-a y/o ser humano de segunda categoría, sí que puede doler el amor.
Para finalizar sólo puedo decirles que, si sienten que esto es injusto, si creen que merecemos más y que no deberíamos lidiar con tantas cosas solo para garantizar el bienestar del amor entre las personas, debemos salir a luchar, involucrarnos en política, acciones cívicas y exigir lo que como seres humanos nos corresponde. No sólo con palabras, también con acciones.
