Es ya muy frecuente ver a muchas personas que hablan en contra del lenguaje inclusivo usando el braille y la lengua de señas para tratar de cancelar e invalidar a quienes lo utilizan. Estos son conceptos diferentes unos de otros, por lo tanto, cuando son usados como argumentos para debatir se cae en una falacia por asociaciación, es decir, se están relacionando y mezclando ideas y conceptos que no tienen que ver directamente con el tema general en cuestión. Ya explico un poco más al respecto.
Cuando se pretende usar analogías y ejemplos para hacer comparaciones, es fundamental que los ejemplos que se mencionen tengan que ver con el tema y posean similitudes relevantes. En español: el lenguaje inclusivo, el braille y la lengua de señas no se pueden comparar entre sí, por lo tanto no se deben usar como argumentos para debatir o negar el uso del primero.
El braille es un sistema que usan las pesonas ciegas para leer, la lengua de señas la utilizan las personas sordas para comunicarse e ineractuar entre sí y con el resto, o sea, son formas de comunicación.
El lenguaje de género inclusivo, en esencia, no se define como una forma de comunicación, sino que se trata más de una postura política que valida y reivindica a grupos históricamente marginados, como lo son las mujeres, las personas no binarias, las personas trans, etc. Estas personas existen, viven e interactúan, pero la sociedad binaria y patriarcal en la que vivimos niega e invisibiliza la existencia de estas realidades, por lo tanto, lógicamente el idioma también se limita a este sistema binario hombre-mujer, excluyéndoles, consecuentemente lo que no se habla, no existe y lo que no existe, no es sujeto de derechos. De ahí entonces parte la necesidad de “inventarse” una alternativa, una manera de hablar más neutra, que les incluya y les visibilice como entes actuantes en la sociedad y parte importante de ella.
El contra-argumento más común que usan los detractores del lenguaje inclusivo, es la negativa de la Real Academia Española de reconocer estas formas alternativas del uso del idioma, pero estas son palabras y expresiones que se dicen, se escriben, se pronuncian y tienen un significado específico, por lo tanto, existen a pesar de la RAE. No hay que olvidar que hay un sinfín de palabras y expresiones que antes no eran reconocidas por la institución, pero que ahora ya aparecen en su diccionario, por ejemplo, las palabras selfie, lideresa, agendar, imprimido, entre otras. La RAE no es incuestionable.
El idioma es un ente vivo en constante cambio y evolución, es algo con lo que se debe fluir y aceptar como una realidad. El ser humano no es del idioma, el idioma es del ser humano. No es la RAE que decide su uso, son les hablantes.
Los desafíos de comunicación de las personas ciegas y sordas son muy importantes y es una falta de respeto tomarlos como arma para desacreditar e invalidar el lenguaje inclusivo. Si no te gusta o no lo apruebas simplemente no lo uses, pero es tu deber respetar a esas personas para las que sí es importante.
Ejé pere bésecemente ne dejeste nede en te ertécele.