Por José Rodríguez
Es una palabra ampliamente usada dentro de los movimientos LGBTIQ+ alrededor del mundo, describe aquella identidad de género u orientación sexual que difiere de lo heterosexual (personas atraídas hacia el sexo opuesto) y lo cisgénero (que se identifica con su sexo asignado al nacer). Es, técnicamente, todo lo que no se ciñe a la categoría hombre/mujer, masculino vs femenino, todo lo que escapa y transgrede a la heterosexualidad como norma generalizada.
Originalmente, este término era usado como el peor de los insultos que se le pudiera decir a alguien. Se empezó a usar en el Reino Unido durante la era victoriana para denominar a los criminales y todos aquellos que corrompieran el orden social, luego se usó para categorizar despectivamente a los hombres afeminados y a las mujeres tomboys, o masculinas.
El escritor escocés Walter Scott describió en 1826 en su novela Woodstock a un personaje cuyo aspecto era “what is vulgarly called queer” (“lo que vulgarmente se llama queer”), refiriéndose a un hombre con aspecto femenino. Otra referencia del uso de este término se remonta a 1894, cuando un noble escocés llamado John Douglas, que no estaba demasiado contento al descubrir que su hijo tenía una relación íntima con el escritor Oscar Wilde, llamó a hombres como Wilde «snob queers» y el escritor fue finalmente procesado por “sodomía y comportamiento indecente”.
Cuando los movimientos por la lucha pro LGBT+ empezaron a tomar auge en 1969 a raíz de las protestas de Stonewall, mucho más en la década de los 80’s, las personas queer empezaron a apropiarse de la palabra que se usaba como instrumento de represión social, la acuñaron para sí y la convirtieron en su nombre de guerra, su nombre revolucionario, ya hoy en día se usa para referirse a la diversidad de manera positiva. A este fenómeno se le llama “reapropiación”. El filósofo y escritor trans Paul B. Preciado lo define como el proceso por el cual se toma un concepto o término (usualmente peyorativo, es decir, que se usa para insultar o discriminar) ya existente y se adopta como propio, todo con el objetivo de desmontar la narrativa dominante y opresora.
Los grupos marginados deciden reapropiarse de la injuria y los insultos como parte de una acción política de resistencia y tiene una larga historia y tradición entre les oprimides. Otro ejemplo claro de reapropición puede verse entre las personas negras y el uso de la palabra nigga entre elles. Es importante destacar que, por lo general, se considera inapropiado que una persona que no pertenezca al grupo históriamente marginalizado haga uso de los términos reapropiados, o sea, no es muy aceptado que una persona cisheterosexual use la palabra queer, o que una persona blanca llame nigga a una persona negra.
Hay poder en adueñarse de las palabras que antes eran insultos. Desactivar el sentido y uso homofóbicos que tenían y convertirlas en sinónimos de valentía, revolución, amor, alegría, comunidad y colores hermosos. Las identidades y cuerpas queer se sublevan, se levantan, se esparcen, se visibilizan hermosamente.
“We’re here, we’re queer”.
Fuente:
– Queer: historia de una palabra, Paul B. Preciado (2012)
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